PASEANDO POR EL PARQUE KRKA (CAP. X)
La noche anterior habíamos dejado ya todo preparado para afrontar nuestra excursión al Parque Nacional Krka, aunque no teníamos prisa porque apenas nos separaban de él 4-5 kms. Nuestro alojamiento estaba situado en Lozovac, precisamente localidad en la que se enclava uno de los accesos al recinto protegido, la otra entrada se encuentra en Skradin, desde donde hay que coger un barco para acceder al Parque. Nosotros íbamos con nuestro coche y, además, nos habían recomendado el acceso por Lozovac, ya que el parking es gratuito. Como no había cuna en la habitación, única pega que podemos poner al alojamiento, la niña durmió con nosotros y a la hora habitual ya nos estaba despertando como buena madrugadora.
La habitación estaba ubicada sobre un supermercado, lo cual nos facilitó bastante el desayuno. Por primera vez desayunamos tranquilamente pan con queso y paté y un café soluble muy habitual en Croacia. Con el estomago lleno nos dispusimos a iniciar la etapa del día. Primero pactamos con los caseros dejarles nuestro equipaje y luego pasar a recogerlo después de la visita al Parque Krka. Aceptaron sin problemas y en pocos minutos ya estábamos con nuestras entradas en la mano.
Para llegar al inicio del recorrido utilizamos un autobús habilitado durante el verano para trasladar a los visitantes hasta el lugar donde arrancan los senderos que recorren una parte del parque.
Nosotros optamos por visitar sólo las cataratas principales, porque el resto (Convento Franciscano en la isla de Visovac, las ruinas de la antigua ciudad romana Burnum, las ruinas de varios castillos en las colinas encima del río o las cascadas de Roski Slap) requería un gasto extra y un tiempo extra del que tampoco disponíamos. Nosotros fuimos directamente a la mayor atracción del Parque Nacional de Krka la catarata Skradinski buk, la más grande y la más conocida. Los siete escalones del Skradinski buk se reparten en una longitud de 800 metros, mientras que la diferencia de altura entre ellos es de 46 metros. Los visitantes que aún no hemos visto el Parque de los Lagos de Plitvice nos sentimos impresionados porque no tenemos con qué comparar, pero seguro que cada uno tiene su propio atractivo. Yo soy partidaria de no hacer comparaciones y buscar las peculiaridades de cada sitio.
Aquí en concreto lo que más nos gusrtó fue poder bañarnos junto a las cascadas toda una experiencia para nosotros y para nuestra peque. Eso sí, hay que tener cierta pericia para nos resbalar en las piedras. Por turnos, como viene siendo habitual en este viaje, conseguimos alcanzar el límite permitido más próximo a la caída del agua, la sensación es indescriptible.
Nuestra particular recomendación es visitar el parque temprano porque a media mañana la zona ya está saturada y nuevamente hacer fotos es toda una misión imposible. Nosotros una vez completado el recorrido y después del correspondiente baño junto a las cascadas, decidimos subir hasta la entrada al parque para iniciar el camino hacia la próxima parada: Los Lagos Plitvice.
La niña se nos duerme en el ascenso que se convierte en toda una penitencia. Una vez arriba nos sentamos en un restaurante, todavía dentro del parque, para comer algo antes de iniciar el viaje. Colocamos a la peque dormida en la mochila sobre la mesa y se convierte en una atracción más para los turistas que miran asombrados la placidez del sueño en tal postura y en tales condiciones.
Con el estómago lleno y aprovechando el sueño del diablillo subimos al coche, recogemos el equipaje que nos guardaban nuestros caseros y con el GPS en la mano afrontamos la penúltima etapa del viaje. Nuestro destino es Rakovica, una pequeña población a unos 10 kms. de la entrada al parque Nacional de los Lagos de Plitvice. El recorrido es de cerca de 200 kms. la mitad por autopista y la otra mitad por carretera de doble sentido. Tuvimos que atravesar varios túneles, uno de ellos de más de 10 kms. de largo. Tras dos horas y media aproximadamente y un par de vueltas para encontrar nuestra casa, nos plantamos ante House Vukovic, nuestro alojamiento en la zona. Todas las inmediaciones del parque están repletas de casas con habitaciones para alquilar y cada cual más bonita, pero la nuestra no tenía nada que envidiarles.
Nos recibió nuestra casera, que, por cierto, no hablaba ni una palabra de inglés, y mucho menos español. Nos enseñó la habitación y nos explicó, como pudo, que no tenía cuna, pero que nos iba a buscar una. Y así fue. Una vecina nos prestó un parquecito infantil que convertimos en improvisada cuna para la niña. La habitación era bastante pequeña, situada en la planta superior de la casa, pero estaba nueva y muy limpia. Como era solo para una noche ni siquiera subimos las maletas, solo lo imprescindible para pasar la noche. Era un lugar encantador, tenía un jardincito, flores y un perro que hizo muy buenas migas con nuestra peque. La vecina que nos había prestado la cuna apareció con un bebé del mismo tiempo que la nuestra y ambos, aunque con reticencias inicialmente (sobre todo por la sorprendente timidez de nuestra enana) estuvieron jugando un rato.
Antes de que anocheciera buscamos un lugar en el que comer, carretera arriba y carretera abajo, dimos con un restaurante repleto de gente. Primero comió la chica y luego nosotros nos dimos un buen homenaje. Comimos lasaña y tortitas con nata y helado para rematar la faena. La peque cayó rendida y nosotros aprovechamos para descansar un rato de su trote en un ambiente agradable y relajado. Entablamos conversación con un grupo de italianos, concretamente de Cerdeña que nos contaron su plan de viaje y su peculiar forma de viajar. Nos dicen que vienen en coche, pero solo los conductores se dan el palizón de llegar de Italia a Croacia por carretera, el resto del grupo ha hecho el viaje en avión. Nos resulta muy curioso ver como cada viajero busca las mejores alternativas para desplazarse. Nos deseamos buen viaje y nos marchamos a nuestro alojamiento con la emoción de cumplir por fin nuestro sueño. Estamos en Plitvice y mañana seremos testigos de uno de los mayores espectáculos naturales del mundo ¡Qué nervios!
La habitación estaba ubicada sobre un supermercado, lo cual nos facilitó bastante el desayuno. Por primera vez desayunamos tranquilamente pan con queso y paté y un café soluble muy habitual en Croacia. Con el estomago lleno nos dispusimos a iniciar la etapa del día. Primero pactamos con los caseros dejarles nuestro equipaje y luego pasar a recogerlo después de la visita al Parque Krka. Aceptaron sin problemas y en pocos minutos ya estábamos con nuestras entradas en la mano.
Para llegar al inicio del recorrido utilizamos un autobús habilitado durante el verano para trasladar a los visitantes hasta el lugar donde arrancan los senderos que recorren una parte del parque.
Nosotros optamos por visitar sólo las cataratas principales, porque el resto (Convento Franciscano en la isla de Visovac, las ruinas de la antigua ciudad romana Burnum, las ruinas de varios castillos en las colinas encima del río o las cascadas de Roski Slap) requería un gasto extra y un tiempo extra del que tampoco disponíamos. Nosotros fuimos directamente a la mayor atracción del Parque Nacional de Krka la catarata Skradinski buk, la más grande y la más conocida. Los siete escalones del Skradinski buk se reparten en una longitud de 800 metros, mientras que la diferencia de altura entre ellos es de 46 metros. Los visitantes que aún no hemos visto el Parque de los Lagos de Plitvice nos sentimos impresionados porque no tenemos con qué comparar, pero seguro que cada uno tiene su propio atractivo. Yo soy partidaria de no hacer comparaciones y buscar las peculiaridades de cada sitio.
Aquí en concreto lo que más nos gusrtó fue poder bañarnos junto a las cascadas toda una experiencia para nosotros y para nuestra peque. Eso sí, hay que tener cierta pericia para nos resbalar en las piedras. Por turnos, como viene siendo habitual en este viaje, conseguimos alcanzar el límite permitido más próximo a la caída del agua, la sensación es indescriptible.
Nuestra particular recomendación es visitar el parque temprano porque a media mañana la zona ya está saturada y nuevamente hacer fotos es toda una misión imposible. Nosotros una vez completado el recorrido y después del correspondiente baño junto a las cascadas, decidimos subir hasta la entrada al parque para iniciar el camino hacia la próxima parada: Los Lagos Plitvice.
La niña se nos duerme en el ascenso que se convierte en toda una penitencia. Una vez arriba nos sentamos en un restaurante, todavía dentro del parque, para comer algo antes de iniciar el viaje. Colocamos a la peque dormida en la mochila sobre la mesa y se convierte en una atracción más para los turistas que miran asombrados la placidez del sueño en tal postura y en tales condiciones.
Con el estómago lleno y aprovechando el sueño del diablillo subimos al coche, recogemos el equipaje que nos guardaban nuestros caseros y con el GPS en la mano afrontamos la penúltima etapa del viaje. Nuestro destino es Rakovica, una pequeña población a unos 10 kms. de la entrada al parque Nacional de los Lagos de Plitvice. El recorrido es de cerca de 200 kms. la mitad por autopista y la otra mitad por carretera de doble sentido. Tuvimos que atravesar varios túneles, uno de ellos de más de 10 kms. de largo. Tras dos horas y media aproximadamente y un par de vueltas para encontrar nuestra casa, nos plantamos ante House Vukovic, nuestro alojamiento en la zona. Todas las inmediaciones del parque están repletas de casas con habitaciones para alquilar y cada cual más bonita, pero la nuestra no tenía nada que envidiarles.
Nos recibió nuestra casera, que, por cierto, no hablaba ni una palabra de inglés, y mucho menos español. Nos enseñó la habitación y nos explicó, como pudo, que no tenía cuna, pero que nos iba a buscar una. Y así fue. Una vecina nos prestó un parquecito infantil que convertimos en improvisada cuna para la niña. La habitación era bastante pequeña, situada en la planta superior de la casa, pero estaba nueva y muy limpia. Como era solo para una noche ni siquiera subimos las maletas, solo lo imprescindible para pasar la noche. Era un lugar encantador, tenía un jardincito, flores y un perro que hizo muy buenas migas con nuestra peque. La vecina que nos había prestado la cuna apareció con un bebé del mismo tiempo que la nuestra y ambos, aunque con reticencias inicialmente (sobre todo por la sorprendente timidez de nuestra enana) estuvieron jugando un rato.
Antes de que anocheciera buscamos un lugar en el que comer, carretera arriba y carretera abajo, dimos con un restaurante repleto de gente. Primero comió la chica y luego nosotros nos dimos un buen homenaje. Comimos lasaña y tortitas con nata y helado para rematar la faena. La peque cayó rendida y nosotros aprovechamos para descansar un rato de su trote en un ambiente agradable y relajado. Entablamos conversación con un grupo de italianos, concretamente de Cerdeña que nos contaron su plan de viaje y su peculiar forma de viajar. Nos dicen que vienen en coche, pero solo los conductores se dan el palizón de llegar de Italia a Croacia por carretera, el resto del grupo ha hecho el viaje en avión. Nos resulta muy curioso ver como cada viajero busca las mejores alternativas para desplazarse. Nos deseamos buen viaje y nos marchamos a nuestro alojamiento con la emoción de cumplir por fin nuestro sueño. Estamos en Plitvice y mañana seremos testigos de uno de los mayores espectáculos naturales del mundo ¡Qué nervios!
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