PARQUE NACIONAL LAGOS DE PLITVICE (CAP. XI)

Es 22 de agosto, penúltimo día en tierras croatas. De nada han servido las toallas colocadas en la ventana para evitar que entre la claridad en la habitación. Parece que la niña tiene un resorte que salta a horas inhumanas para nosotros. Esta vez no protestamos mucho porque habíamos acordado con la casera que desayunaríamos a las 8 de la mañana. Este alojamiento incluía el desayuno y ¡menudo desayuno! La señora nos colocó en la mesa una bandeja con salchichón, jamón cocido y queso, un plato con 2 huevos fritos, una cesta con toda clase de pan, mantequilla, mermelada, nutella, miel, magdalenas, yogurt, cereales, zumo de naranja, diversos tipos de te, café... Fue el mejor desayuno que habíamos hecho durante nuestro viaje. La verdad es que la anfitriona quedó como una reina por tan sustancioso ágape. Parece que nos vio algo debiluchos para afrontar la excursión al parque de Plitvice. Y nosotros para no hacerle ningún feo nos comimos casi todo y le agradecimos el trato recibido.



Con el estómago más que satisfecho nos plantamos en pocos minutos en la entrada al Parque Nacional Lagos de Plitvice, la maravilla natural que nos había empujado a viajar a Croacia. Yo quedé enamorada de él la primera vez que vi fotografías de sus paisajes.

Nosotros entramos por la Puerta 2 y elegimos el recorrido C, con una duración de entre 4 y 6 horas. Aunque existen muchos otros itinerarios por el parque en función de las cualidades físicas del visitante. El escogido por nosotros era el más completo de los menos dificultosos. Con la peque en la mochila y emocionados por encontrarnos por fin en este maravilloso lugar iniciamos el recorrido.



El parque tiene una superficie cercana a las 30.000 hectáreas, 22.000 de ellas cubiertas de bosques. La zona que se puede visitar se encuentra en el centro del parque, son 8 km² de valle donde la hidrografía ha conformado un paisaje formado por 16 lagos de diferente altitud comunicados por 92 cataratas y cascadas.

La visita se realiza a pie a través de senderos y puentes de madera, los lagos más grandes son recorridos por barcos. Las imágenes más espectaculares podemos verlas al principio del recorrido. Son cascadas altísimas sobre lagos de colores casi imposibles (verdes esmeraldas, turquesas...). No parece ser obra de la naturaleza.











Primero afrontamos un recorrido a pie espectacular, hasta llegar a un embarcadero donde, después de hacer cola tomamos un barco por el lago más grande de los 16 que componen el entorno. Luego hacemos otro recorrido a pie, menos espectacular, pero igualmente mágico, hasta llegar a la zona de picnic.











En un restaurante cogemos fuerzas comiendo medio pollo asado cada uno, con mejor pinta que sabor, pero que nos ayudó a recuperar energía (¡qué hubiera sido de nosotros sin el opulento desayuno de nuestra casera!). En este lugar tomamos un autobús panorámico que nos dejó en un nuevo sendero, y tras pocos minutos más a pie completamos todo el recorrido. Habíamos empleado exactamente 6 horas. Pero , sin duda, había merecido el esfuerzo, porque no hay palabras capaces de describir este lugar, recordemos que el parque es candidato a ser una de las siete maravillas naturales del mundo. Y nuestro voto, desde luego, que lo tiene. Es un auténtica obra de arte de la naturaleza.







Impactados aún por el espectáculo que acabábamos de ver, recogemos nuevamente nuestro coche para alcanzar la meta final: Zagreb. Por delante nos quedan 138 kms. que, según previsiones, alcanzaremos en unas 2 horas. Esta vez la carretera no es tan buena y se forman algunas caravanas por las dificultades para adelantar a los vehículos lentos, pero con paciencia llegamos a la autopista. Cuando pensábamos que en 20 minutos estaríamos en la capital, nos topamos con un monumental atasco. Hacemos cálculos y pensamos que tardaríamos otras 2 horas para hacer los 20 kms. que nos separan de la ciudad. Pero para nuestro alivio el atasco se disuelve al pasar por el lugar donde varios coches habían sufrido un impactante accidente. Deseando que no hubiera sido nada grave, nos alegramos de recuperar el ritmo. Entramos en la ciudad y seguimos las instrucciones de nuetsro amigo GPS para llegar hasta el hotel. Nos alojamos el el Palace, un lujoso establecimiento que nos recuerda a la ambientación propia de los años 20. Es un buen colofón para nuestro viaje. La habitación no carece de un solo detalle y el edificio es toda una joya arquitectónica. Su ubicación en pleno centro de la ciudad, a pocos minutos andando del casco histórico, nos permite hacer un poco de turismo en esta recta final del viaje.





Nos damos una refrescante ducha y nos arreglamos para dar un paseo por el centro de Zagreb. Llegamos a la animada plaza Ban Josip Jelačić y seguimos hacia la Catedral. Es una pena que esté cubierta de andamios, pero la fachada es preciosa. Como es tarde pensamos que si mañana nos da tiempo podemos hacer una visita al interior, ya veremos si es posible.







Seguimos caminando por las calles del centro. Están muy animadas y repletas de bares de copas con música. Estamos en la zona conocida como Kaptol. Descartamos visitar la zona de la Ciudad Alta, precisamente por eso, porque es la ciudad alta, y nuestras fuerzas, a estas alturas, no están para subir muchos escalones. Optamos por cenar en un restaurante junto al mercado en una callejuela cuesta arriba en el que nos habíamos fijado. En Leonardo, que así se llamaba el citado establecimiento, degustamos unos deliciosos Gnocchis que nos llenaron de tal forma que no dejaron hueco para postre alguno, y eso que queríamos tomarnos luego el último helado croata. Tras esta suculenta cena nos marchamos al hotel, a nuestro lujoso hotel, para descansar. Mañana nos espera una dura jornada, el camino de vuelta.



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